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COLINETA. Gastronomía e literatura.

¿BOTELLÍN O BOTELLÓN?

¿BOTELLÍN O BOTELLÓN?

Corrían los primeros años setenta. Puede que fuera en 1970. Era septiembre y O Valadouro se preparaba para la celebración de la penúltima fiesta de su calendario festivo del año: las “Dolores” de Budián, con dos días de fiestas y verbenas en el atrio situado al pie de la iglesia parroquial.

Este año la comisión de fiestas no llega a un acuerdo con los propietarios de las cantinas que siempre se situaban en el campo de la fiesta. Los cantineros no están dispuestos a ceder a las exigencias económicas de la comisión, que consideran desproporcionadas, y deciden no ir a las “Dolores”. Todos menos la cantinera de Santa Cecilia, que ve una buena oportunidad de negocio y decide ser la única que plante su establecimiento en la fiesta.

El resto de cantineros reacciona ante tal deslealtad y se plantan en medio de la verbena con el remolque de un tractor atestado de cervezas, que venden a precio de coste.

La fiesta fue continua y los excesos etílicos generalizados. Allí estaban las pandillas que compraban las cervezas por cajas (cuatro o cinco cajas cada vez) alrededor de las cuales hacían corro y fiesta. En un de estos corros, Óscar de Lourenzo se dedicaba a vaciar cervezas por encima de la cabeza de cada vieja que pasaba a su lado: “Calle, señora, calle, que uno no tiene oportunidad de bañarse en cerveza todos los días”, decía cuándo las viejas protestaban por el trato recibido.

Un integrante de otro corro (¿Abilio de los Lobos?, ¿Amando?) invitaba a los hombres trajeados que se le acercaban. Cogía uno “cuarto” de cerveza, le quitaba la tapa y se la metía al trajeado en el bolsillo del paño de la chaqueta, eso sí, boca abajo. Y la chaqueta quedaba para el tinte.

Llenos de razón, los cantineros se dedicaron la boicotear el negocio de la cantinera desleal. Y ahí estaban Ovidio y Fernando, llevando entre los dos una caja de cerveza y vendiendo entre las mesas de la cantina intrusa. Y “O Carrexo”, el pescador de truchas más famoso de la historia de O Valadouro, con el su cesto de pesca cargado de cervezas y vendiéndolas por el medio del baile.

El remolque se vació y fue a recargar a Ferreira, recogiendo toda cuanta cerveza tenías los bares de la villa para volver la Budián. Ferreira quedó desierta, en Budián no cabía un alma. Y se volvió a acabar la cerveza.

La del día siguiente es otra historia. Entonces fue la boticaria quien hizo caja.


La cerveza El León era una de las más populares por entonces. Los interesados en antiguas botellas de cerveza española serigrafíadas non pueden dejar de visitar Breweriana, a la que pertence l imagen que ilustra este post.

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